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miércoles, 2 de marzo de 2011

Capítulo 4: Amanecer.


Sonó su móvil como despertador.
Lena abrió los ojos y se apresuró en apagar la alarma. No tenía ganas de levantarse esa mañana ni de comenzar el nuevo día, no tenía energías para ello.
Se sentó sobre la cama, tenía el pelo un poco revuelto, se miró en el espejo, se peinó un poco con las manos, y pensó: ''¿qué hice ayer?'' tenía los recuerdos muy borrosos, no sabía si había soñado con que hablaba con una persona que tenía los ojos azules, o si había pasado de verdad.
En ese sueño, ella hablaba y se desahogaba con esa persona, la cual parecía comprender y valorar todo lo que ella decía, era imposible que algo tan maravilloso hubiese sido sólo un sueño... tal vez por eso se sentía mal aquella mañana. Pero, en cambio, había hablado con Jorge en la realidad, y creía que eso sí que era un sueño, todo del revés. 
Dejó el espejo encima de la mesita de noche, y se levantó de la cama para asomarse a la ventana de su habitación, que estaba entreabierta.
''¿Cómo es que no he pasado frío esta noche?'', se preguntó.
Se veía el mar, tranquilo.
Serían las 11 de la mañana.
El cielo estaba gris y llovía un poco.
Lena sonrió.




Le habían dicho que tenía que subir las escaleras, al piso más alto, y que allí sólo había una habitación y esa conducía al desván. 
Jorge quería ir allí porque sólo desde ese sitio en toda la casa podría ver bien las estrellas. 
Había subido a las 2 de la mañana, y como estaba lloviendo, no se podía ver nada.
Pensó en bajar, pero tuvo ganas de quedarse allí arriba un poco más, aunque estuviese todo oscuro.
Encontró un atril de pintor, y carboncillo. También una pequeña lamparita que todavía funcionaba.
A Jorge le encantaba pintar, y la escena del mar tormentoso que se veía ante él, a través de la ventana, le pareció maravillosa para relajarse y ordenar las ideas.
Ahí arriba no se oía el ruido de la música, entonces no podía saber si la fiesta había terminado o no. Y acabó quedándose dormido en ese desván, sin pensar si Sheila estaría preocupada o no. Una suave calma, rodeada de un halo de frío le había ayudado a dormir sin preocupaciones durante aquella noche.

                                                                          

Se sentía completamente despejada. El viento y la lluvia golpeaban con suavidad su cara esa mañana nublada y grisácea.
No tenía frío a pesar de haber dormido toda la noche con la ventana abierta, ni tampoco estaba cansada.
Seguía pensando en ese sueño. Había sido demasiado real y relajante a la vez. Se sentía calmada después de esa noche, no quería salir de la cama, sentía que ese sueño la había renovado, la había ayudado a... pensar en otra cosa.
Entonces pensó otra vez en Jorge. No podía volver a preocuparse por él, no la tenía en cuenta y nunca lo había hecho. Ni lo haría.

                                                                       

-¿Has visto a Jorge?
-No.
-¡¿Y a Lena?!
-Pero no grites. -advirtió Sarah, frunciendo el ceño- ¿Se puede saber qué te pasa? Mi tía acaba de llegar esta mañana y está muy cansada. Trabaja por las noches, ¿sabes?
Sheila se sonrojó.
-Perdón... es que me pone nerviosa no saber qué hace Jorge desde las... 2 de la mañana.
Se levantó de la mesa. No había desayunado nada.
Sarah tampoco, las dos apenas habían bebido y disfrutado de la noche, se la habían pasado entera controlando a los demás.
-No te preocupes, Sheila- la tranquilizó Sarah- Lena lleva mucho rato durmiendo como un tronco.
Sheila sonrió, aliviada.

                                                                        

Lena se había arropado en la cama y estaba empezando a dormirse otra vez, cuando de pronto oyó un ruido que venía del baño de su habitación. Un ruido como el que hace un bote al caerse.
Se levantó, perezosa. No quería que Sarah encontrase nada fuera de su sitio si venía... Pero justo cuando iba a abrir la puerta, oyó el agua de la ducha.
Escuchó en silencio.
¿Quién se habría colado en su ducha teniendo un montón de baños en aquella casa?
Además, el baño no era compartido, era sólo suyo.
¿Sería Sarah que había entrado cuando ella estaba durmiendo?
No podía ser otra persona a parte de Sarah la que estaba ahí dentro.
¿Quién más iba a entrar a su habitación para darse una ducha?

                                                                   

Apenas Jorge llegó a la primera planta se encontró con Sarah en vez de con Sheila.
Ésta le había dicho que se iban al centro comercial y que le avisara a Lena de que se había quedado sola por dormilona. Y ahí estaba él, plantado en la mitad de la cocina, detestándose por no haber perseguido a Sarah y haberle dicho que le dijese a Sheila que él estaba ahí, que existía, que si se había dado cuenta de que había desaparecido en mitad de la noche.
Pero obviamente a su novia no le había importado, no se había preocupado por él.
A Sheila llevaba tiempo sin importarle nada sobre él. O al menos eso aparentaba. Aunque la verdad es que nadie entendía a Sheila.
Suspiró mientras subía las escaleras, hacia las habitaciones del piso de arriba.


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