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miércoles, 2 de marzo de 2011

Capítulo 3: Un sueño extraño.



Lena sintió un pequeño vacío cuando Jorge se separó de ella.
Nada más ver a Sheila, él se había alejado como si nada hubiese pasado, como si ni siquiera hubiese estado con ella ni la hubiese visto esa noche.
-Te estaba buscando, cariño. -le dijo ella, y se inclinó hacia él para darle un suave beso en los labios.
Jorge frunció el ceño, sorprendido por aquella repentina muestra de afecto que Sheila no tenía desde hacía tiempo. Lena apartó disimuladamente la mirada, y cuando la levantó, Sheila le dirigía una sonrisa forzada, más bien obligada, antes de coger a Jorge de la mano y dar media vuelta, entrando a la casa de Sarah otra vez.
Lena recordó que tendría que aguantar esa situación durante toda esa semana.

                                                                        

Al entrar de nuevo al salón de la mano de Sheila, Jorge pensó que irían de nuevo a los sillones donde se encontraban antes con sus amigas, pero ella caminó rápidamente hacia la cocina, y una vez llegaron a ésta, echó con la mirada a un par de chicos que estaban allí sentados, bebiendo, y cerró la puerta.
-¿Por qué has desaparecido tanto tiempo? -le preguntó a Jorge, inclinando la cabeza hacia un lado y llevándose las manos a las caderas.
Él suspiró.
-Me despisté. Sólo es eso. -respondió.
Aunque sabía que eso no era lo que Sheila realmente le quería preguntar.

                                                                       

Lena se había quedado fuera un rato, sonriendo sin notarlo ni quererlo. No podía evitar sentirse bien. Genial. Había hablado con él, después de tanto tiempo...
Suspiró.
Todo aquello era patético, hablaba de Jorge como si de un amor platónico se tratase, y no era más que un chico normal que iba a su instituto.
Qué va. ¿A quién quería engañar? Jorge nunca había sido normal para ella. Siempre fue diferente, siempre destacó y Lena se sintió engatusada por su mirada desde que era una cría de doce años. Ese chico tenía algo especial.
-¿Lena? -se oyó desde la puerta, que acababa de abrirse.
La chica dio un respingo y miró hacia el pasillo de piedras por el que caminaba Sarah.
Su amiga la abrazó y vio su cara sonriente.
-¿Tú, sonriendo? -exclamó ésta.
Lena se ruborizó, nerviosa.
-No... ha sido algo puntual. Yo no sonrío.
-Ya... ya veo. -dijo Sarah.- Te he visto con Jorge. -musitó.- Desde la ventana.
Lena sonrió.
¿Entonces no había sido un sueño?



                                                                   
Esa noche, a Lena le costó quedarse dormida, no podía parar de pensar en Jorge y en lo guapo que había ido esa noche con su camisa a cuadros y el gorro. 
Pensaba que era una cosa que ya tenía medianamente superada... pero no. Seguía enganchada a ese chico, nunca había sentido nada por nadie más después de él. Aunque bueno, también era verdad que solamente tenía diecisiete años -dieciocho en unos días- y aún le quedaba muchos años para sentir por delante.
Aunque...
Si al menos él no estuviese con Sheila, ella tendría una mínima oportunidad..., pero dada la situación... era imposible. Llevaban juntos desde los trece años, y ahora tenían dieciocho. Contra eso no podía hacer nada, lo mejor era dejarlo, dejar de pensar en él como algo más que un simple conocido.
Abajo, en el salón de la casa, la fiesta siguió hasta pasadas las 3 de la mañana. Se preguntó dónde estaría la tía de Sarah, ya que era la dueña de la casa y todavía no la había visto por ahí. Pero Lena estaba tan agotada del viaje que en cuanto las preguntas cesaron en su cabeza y paró también la música, se durmió, y tuvo un sueño extraño. 
Se veía a sí misma en la entrada de una plaza, bastante iluminada, de noche, y no había nadie más a parte de ella. Caminaba hasta el centro de ese lugar y veía unas flechas dibujadas en el suelo que la guiaban hasta el claro de un pequeño bosque iluminado por la luz de la luna. 
Y allí alguien la esperaba.
Al despertarse sólo recordó que era una persona alta que vestía de colores oscuros, no recordaba si era hombre o mujer.
De su rostro sólo habían quedado grabados en su memoria unos oscuros ojos azules.


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